Flaviana Moreno: el teatro, los títeres y la necesidad de contar historias

La actriz y dramaturga moreliana presentará la segunda temporada de Todo sobre las orquestas en julio

Foto: Víctor Ramírez

Víctor E. Rodríguez Méndez, colaborador La Voz de Michoacán

Estudió filosofía, historia y teatro. Tres disciplinas, iguales pero diferentes, en las que se ha entrecruzado igualmente su gusto por la literatura y la escritura; materias en las que, en conjunto, se ha manifestado como eje su necesidad de contar historias para acercarse a diferentes mundos y épocas en varias dimensiones. De manera concreta, el teatro le ha permitido a Flaviana Moreno encontrar una salida a sus inquietudes artísticas y estéticas, como actriz y dramaturga y, por supuesto, en la manufactura de títeres y muñecos desde hace más de tres lustros.

PUBLICIDAD

Flaviana Alejandra Moreno Herrera nació en Morelia hace 40 años, donde estudió la licenciatura en Filosofía y la maestría en Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). A medio camino entre ambos estudios, también es egresada de la Facultad de Teatro por la Universidad Veracruzana, donde comenzó a trabajar con los títeres y a incursionar propiamente en el mundo del teatro. Hoy día su semblanza la autodefine como actriz y constructora de títeres.

Su preparación académica ha significado una transición importante en su devenir profesional, por lo que ha podido, por ejemplo, mezclar y materializar algunos conceptos abstractos de la filosofía con el teatro, al grado de que se amplió para ella “el entendimiento de muchos de esos grandes conceptos que a todos nos persiguen”, según dice en entrevista. “Históricamente, el teatro ha estado muy ligado con la filosofía y la literatura. Desde esa perspectiva empecé a considerar que el teatro no está desvinculado de las otras disciplinas, sino que son dimensiones de una misma experiencia de conocimiento, porque el teatro acumula conocimiento desde diferentes áreas, principalmente desde lo corporal y lo espacial”.

Sin olvidar su cariño por la historia, porque asegura que siempre le ha interesado entender las palabras y los conceptos, las discusiones y los diferentes aportes desde su contexto socio-cultural y eso, ineludiblemente, “nos lleva a tener que leerlo desde el tiempo, a pensar en el tiempo porque somos seres de tiempo”. Entonces, agrega la también docente en la Facultad Popular de Bellas Artes de la UMSNH, “aunque parecieran saltos disciplinarios, forman parte de lo mismo; desde sus perspectivas, las tres nos proponen diferentes metodologías y ofrecen diferentes resultados, pero a mí me parecen disciplinas muy complementarias las unas con las otras”.

PUBLICIDAD

Reconoce que en todo ello subyace principalmente la idea sobre el cuerpo. Desde la filosofía, dice, se piensa mucho en el cuerpo y el teatro experimenta a partir del cuerpo y el espacio. Resalta lo que hay de ciencia y de conocimiento, y no solamente en términos occidentales, sino en otras teatralidades no occidentales como la oriental y la africana, en tanto que la historia rige su estudio en colocar los fenómenos y los acontecimientos en el tiempo.

Toda esa reflexión sobre el cuerpo y el tiempo ha llevado a Flaviana a pensar invariablemente en historias. “Siempre me ha gustado crear historias”, señala con firmeza, “de hecho, mi idea primera era estudiar Letras, porque a mí me gustaba escribir cuentos y poesía; he vuelto a esta necesidad de contar historias, y eso me lleva a tener contacto con diferentes materiales, además de que puedo acercarme a diferentes mundos y a diferentes épocas”.

Hay muchos temas que le interesan como artista, asegura, y hasta ahora el teatro ha sido una oportunidad para darle salida a las diversas inquietudes que han surgido a partir de su acercamiento con las disciplinas mencionadas. Así, el día a día descubre a Flaviana Moreno como actriz, constructora de títeres, escritora, dramaturga, docente, incluso músico, por lo que la convivencia con esos intereses artísticos le ofrecen la claridad de tener un refugio en su vida, según refiere. “Comencé a hacer títeres porque empecé a hacer muñecos, justo porque de repente nació esa inquietud de materializar, de hacer algo con mis manos; luego eso me llevó al teatro, y éste me volvió otra vez a la filosofía, luego a la historia y otra vez al teatro”.

Estos ciclos creativos son poco menos que una dispersión, señala la actriz moreliana, sino son una manera en la que ella se ayuda a estructurar y a darse equilibrio. Piensa que cada arte o disciplina, al tener su método, tiene su alma y sus propias salidas, sus propios lenguajes, y esto es lo que le han dado: una oportunidad de apoyar a su mente, ayudarla a equilibrar. “Y, claro, los disfruto, porque lo más bonito es poder compartir lo que sé para que otros también aprendan. Me parece un privilegio, y hasta cierto punto una bendición, poder trabajar en algo que me permite mantenerme alegre y feliz”.

El arte de lo fantástico

Foto: Víctor Ramírez

La directora teatral reconoce que guarda pocos recuerdos de su infancia. Su hermana, sin embargo, sí recuerda muchas cosas de sus años infantiles y gracias a ella recupera un momento en el que a los 10 u 11 años, sentada en un pequeño patio, rodeada de muchas plantas, está ella, Flaviana, haciendo muñecos. Por ese tiempo empezaba a escribir pequeñas historias, sobre todo en la secundaria, cuando un maestro le regaló un libro de Mario Benedetti, y le dijo: “Sigue escribiendo y nunca en la vida dejes de escribir”. Desde entonces, añade, se quedó con la idea de ella era “buena sólo para escribir y leer”.

Confiesa que hasta que terminó la carrera de Filosofía pudo vencer el miedo a las artes visuales y a la escultura; entonces surgió la necesidad, muy espontánea, de construir sus “muñequitos” y así empezó a modelar en plastilina. Roberto Hurtado fue su primer maestro titiritero, con quien aprendió técnicas y materiales. En 2009 tuvo el impulso de ir a Xalapa a prepararse en la escuela de títeres de Carlos Converso y, al cerrar aquella sus puertas, decidió quedarse a estudiar teatro en la Universidad Veracruzana, cuyo trayecto la llevó a participar como actriz en diversos montajes de títeres con la compañía La Tramontana, y otros dirigidos por Gerardo Trejoluna, Adriana Duch, Boris Schoemann y Karina Meneses, entre otros muchos hasta hoy.

Poco a poco, el recuerdo infantil de verse a sí misma construyendo muñequitos se hizo realidad como profesional, ya con diversos estudios académicos a cuestas. Señala al respecto: “Por muchos años negué que yo pudiera tener una habilidad plástica, por lo que fue muy significativo relacionar varios años de mi vida con el paso de una disciplina a otra”.

Luego vino su gusto especial por el arte fantástico, que ha matizado su labor como escritora y dramaturga, así como el imaginario mágico que puebla el mundo de sus muñecos y títeres. “Creo que es una expresión que nos remite a capas más profundas del inconsciente, por lo que también puedo hablar de un pensamiento fantástico, es decir, de una forma de leer, pensar y narrar la realidad y las diferentes relaciones que hay en esa realidad, y en ese sentido me ha llevado a mi gusto por el realismo mágico”.

Sus historias, por tanto, juegan entre lo maravilloso y lo siniestro, incluso aluden a un periodo histórico y artístico que a Flaviana le llama mucho la atención: el novohispano y algunos de sus acontecimientos que “hablan sobre ciertas formas de entender la realidad, como la cultura hegemónica cristiano-occidental y las que resistieron como la indígena y la africana, que aún en la actualidad están relacionadas con la espiritualidad de los mexicanos”, según dice.

Esas visiones y narrativas del mundo son las que a ella le interesan como exploración en su labor teatral, y de alguna manera en su trabajo independiente como constructora de títeres, máscaras y muñecos bajo el nombre de Casa Coppelius, desde hace más de 16 años, en alusión a un personaje del cuento “El hombre de arena”de E. T. A. Hoffmann, autor alemán de literatura de terror gótico.

Flaviana no oculta su predilección por elaborar títeres figurativos, casi antropomorfizados y con algunas formas animales. “Un momento especial para mí al construirlos es ponerles los ojos, porque es como el botoncito de la vida que creo que ya tiene el muñeco, como cuando Coppelius pone los ojos a los muñecos, de ahí que tomara ese nombre y lo tomara para mi proyecto de construcción”.

Y es que el mundo de los objetos, aduce, nos enseña mucho de empatía. “Nuestra forma de pensamiento occidental ha dividido al sujeto del objeto y colocamos toda la idea de conciencia y de ser en el primero, por lo que el objeto se vuelve lo contrario, lo que no tiene vida, lo que no tiene alma ni pensamiento, ni nada”. Reflexiona sobre este tema llevado al mundo teatral. Asegura que en el teatro se piensa en esas dos dimensiones de manera muy diferente: “El títere y la máscara vuelven al actor completamente frágil y débil; cuando tú te pones la máscara en escena se nota mucho cuando los actores luchan por imponer su ego ante el objeto”.

Por ello, Flaviana piensa que, contrario a lo que se dice, los actores no fingen y dicen mentiras, sino están entrenados para decir la verdad. “No tenemos otra alternativa más que decir la verdad, porque el espectador se da cuenta. Los objetos lo que hacen es desnudar a ese grado tan frágil al actor, entonces se nota mucho en escena cuando el titiritero está peleándose con el títere, porque el titiritero se está imponiendo, o porque no respeta al objeto. Y hay una cuestión en la manipulación del objeto que es como una piedad, porque a veces vibra de una manera tan propia que es posible conectar con el actor o actriz y se vuelve parte de su cuerpo. No es tanto que tú le des un alma, sino que encuentras en él su aliento y nos volvemos uno con el objeto”.

En mayo de 2025, Flaviana Moreno presentó la primera temporada de su reciente obra Todo sobre las orquestas, falso documental con títeres y sombras, en la que participó como directora, dramaturga, constructora de máscaras y títeres y actriz y que tendrá segunda temporada en La Casona del Teatro en julio.

Producida por La Sombra Rinconera y Giras y Giros. Gestión y Producción escénica, y apoyada por el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, la obra ha dejado en la artista, según reconoce, “mucho ánimo y nostalgia”, en buena parte porque es un texto que escribió hace unos diez años y ahora tuvo oportunidad de afinarlo y presentarlo con cambios que parecían impensables en cuanto a técnica y montaje.

“Fue aceptar el cambio del tiempo, aun cuando la idea original se haya doblegado. Fue también la vuelta a las tablas en un montaje propio. Me dio mucha alegría ver materializado ese trabajo en teatro, así como encontrarme con el equipo de personas que dieron su tiempo y creatividad, lo cual me hace pensar que ese tipo de cosas son perfectas porque llegan en un momento preciso”.

Al tiempo que vive, Flaviana Moreno reconoce no saber bien quién es, pero sí saber a dónde quiere ir. “Vengo de un tipo de lucha en el que estamos todos, porque no me considero nadie especial; particularmente vengo de una pequeña batalla en la que me sentía inmóvil, incapaz y con mucho miedo. Hoy me veo resistiéndome a volver a esos lugares en los que siento que no soy yo”.

Concluye: “El teatro, los títeres y la historia por ahora me enseñan nuevas rutas para conocerme y resistir”.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.