Ashley Rodríguez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. El joven cineasta michoacano Ángel Olivares compartió los detalles de su cortometraje “Sin soltarte, dejarte ir”, una obra que explora el amor, el cuidado y la pérdida a través de la historia de una pareja que enfrenta la inminencia de la muerte. El proyecto, dijo, nació de una experiencia personal ligada a la memoria de sus abuelos y se transformó en una reflexión íntima con un trasfondo universal. “El título me costó mucho trabajo, pero al final me hizo sentido porque habla de la sensación de querer dejar libre un alma que ya tenía que ir. Es una pareja que no sabe que la muerte está por suceder, y aunque voy a sufrir, tengo que dejarte ir”, explicó Olivares. La inspiración para la trama surgió a partir de su experiencia como nieto y del duelo compartido con su familia. “Yo vi una historia de mucho amor, de mucho cuidado y también de despedida entre dos hombres. La historia nace de ese miedo a perder a la persona con la que compartes tu vida. En mi caso, lo conecté con el abismo de soledad en el que percibía a mi abuelo tras la enfermedad y muerte de mi abuela”, relató. Foto: Cortesía El cortometraje incorpora también un elemento simbólico: la bitácora que un abuelo con Alzheimer escribió al registrar diariamente los cuidados hacia su esposa. “Ese detalle me pareció un hilo narrativo muy fuerte: incluso en medio de la enfermedad, había amor y cuidado. Eso me hizo clic inmediatamente”, señaló el director. En la parte visual, Olivares trabajó de la mano con Armando —fotógrafo del proyecto—, quien explicó los retos técnicos para transmitir la intimidad y sensibilidad de la historia. “Desde el inicio, Ángel quería una paleta de colores muy verde, asociada a la vida y la naturaleza, pero grabamos en plena sequía. Eso nos obligó a replantear cómo representar el duelo y la calidez humana con los recursos que teníamos”, comentó. Armando detalló que las luces y la atmósfera fueron diseñadas para acompañar los saltos en el tiempo y reflejar el contraste entre el sueño, el recuerdo y la realidad. Foto: Cortesía “En las escenas íntimas, como la regadera o el baile, buscamos mantener la atención en los detalles, como una caricia o una mirada. Era importante transmitir cercanía sin necesidad de ser explícitos”, apuntó. La escena del baile, tanto en el presente como en la juventud de los protagonistas, resultó especialmente significativa. “Para mí fue un acto de amor hacia mi familia. Usamos objetos que pertenecieron a mis abuelos, como la silla de ruedas y hasta una canción que me recordaba a mi bisabuela. Fue un regalo simbólico y una carta de amor hacia ellos”, expresó Olivares. El director añadió que presentar este trabajo en un festival significa cumplir un sueño. “Espero que la gente se conmueva, que el corto logre hacer llorar, porque está hecho con mucho amor de parte de todo el crew y los actores”, dijo. Por su parte, Armando reflexionó sobre su experiencia en el rodaje. “Más allá de lo técnico, creo que el cine se cuenta desde lo emocional. A veces uno se concentra tanto en que todo quede bien que se olvida de disfrutar el proceso. Esta experiencia fue muy significativa, y ahora lo que esperamos es que el público reciba el corto con la misma pasión con la que lo hicimos”, concluyó. Foto: Cortesía