Ashley Rodríguez / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. - El cine se convierte en un refugio cuando las palabras no alcanzan. Así lo demuestra la cineasta michoacana Luz Barragán, quien presenta su cortometraje "Corolario" en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), una obra nacida de experiencias profundamente personales y que encontró en la pantalla un espacio de diálogo y transformación. En entrevista exclusiva para La Voz de Michoacán, la realizadora compartió que la semilla de su primer trabajo como directora surgió de dos anécdotas familiares. “Una es que mi mamá se enteró cuando era niña de la muerte de su abuelo escuchando una llamada que no le correspondía tomar. La otra fue la muerte de mi papá hace dos años, de manera repentina. Ante el shock, empecé a escribir y surgieron dos personajes: un padre y una hija”, explicó. En Corolario, los protagonistas representan fragmentos de la propia cineasta durante el proceso de duelo. “Hugo, el padre, es una parte de mí que estaba en negación, que no quería contar la historia ni aceptarla. Mati, la hija, encarna la necesidad de entender, de compartir el dolor y de nombrarlo. Son posturas que habitaban dentro de mí en ese momento”, detalló. Esa dualidad permitió a Barragán explorar cómo las emociones dialogan y se transforman con el paso del tiempo, y al mismo tiempo convertir la intimidad del dolor en una historia compartida. Trabajar un tema tan cercano implicó un proceso emocional fuerte, pero la cineasta logró resignificarlo. “Algo que surgió muy doloroso se convirtió en una cosa muy amorosa. Un año después de la pérdida, al realizar el corto con un equipo entregado, se transformó en un proyecto colectivo, divertido y lleno de vida”, relató. En ese proceso, el trabajo con los actores —tanto adultos como niños— fue clave para consolidar una obra sensible y honesta. “Hablamos mucho sobre el tema, sobre lo que significaba y cómo queríamos abordarlo. Esa conversación constante permitió que todos nos sintiéramos parte del proyecto”, añadió. El título y su significado Aunque el título fue elegido inicialmente de manera intuitiva, su posterior descubrimiento le dio un sentido profundo. “Corolario es una afirmación que no necesita demostrarse porque ya hay premisas que lo explican. Así funciona en lógica y matemáticas. Me resonó mucho porque en el corto nada necesita decirse explícitamente; todo lo que ocurre alrededor ya explica lo que está pasando”, comentó. De esa forma, el cortometraje se construye desde lo no dicho, desde las ausencias y las sensaciones que se revelan a través de gestos, silencios y atmósferas. Más que provocar una emoción específica, la directora busca que cada espectador viva su propia experiencia frente al corto. “Lo que me interesa es que haya un diálogo humano. Que las personas sientan lo que quieran: identificación, distancia, curiosidad o incluso desacuerdo. Que el corto les despierte algo con lo que puedan conversar”, explicó. Esa apertura responde a la intención de que Corolario se convierta en un espacio de encuentro entre el cine y las vivencias personales de cada espectador. Debut como directora en el FICM Para Barragán, presentar su cortometraje en el Festival Internacional de Cine de Morelia tiene un significado especial, no solo por tratarse de su debut como directora, sino también por sus raíces. “Es muy emocionante que este primer cortometraje que dirijo se exhiba en mi tierra. Soy de Uruapan y siempre me ha emocionado el festival. Compartir programación con gente michoacana es un orgullo enorme”, expresó. Aunque su formación es como actriz, la cineasta decidió dar el paso hacia la dirección. Este tránsito no estuvo exento de dificultades. “Yo no estudié cine, y eso me generaba inseguridades técnicas, como no saber nombrar ciertos procesos desde la dirección. Sin embargo, tuve un equipo muy amoroso que me apoyó en todo momento. El verdadero reto fue enfrentar mis propias inseguridades y asumir la responsabilidad de ser directora”, confesó. Finalmente, Luz Barragán subrayó que el tema central de Corolario tiene un alcance colectivo. “El duelo siempre es compartido, aunque no lo digamos. Está en nosotros decidir cómo lo transitamos. Al final, compartimos duelos familiares, sociales y comunitarios. Nos toca revisar de qué manera los vivimos y los compartimos”, concluyó. Con Corolario, la cineasta michoacana convierte la pérdida en una obra de arte que trasciende lo íntimo para invitar al espectador a reflexionar sobre la memoria, la compañía y las distintas formas de enfrentar la ausencia.