COLUMNA / Vertebral | Eduardo Rubio Rincón: arte visual entre pixeles y pinceles

El primer material para crear lo recibió en su infancia de parte de su padre: una caja con mil folios bond que se convirtieron en mil dibujos

''STILLS'' Ilustración: Eduardo Rubio

Erandi Avalos

Con cariño para mi amiga Beatriz Rincón.

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El primer material para crear lo recibió en su infancia de parte de su padre: una caja con mil folios bond que se convirtieron en mil dibujos; que después continuó ininterrumpidamente en otros tipos de soportes, ya que siguió dibujando sin parar. Esta necesidad casi obsesiva por crear, aunada a su curiosidad y capacidad de experimentar, le han permitido utilizar diversas técnicas y materiales para plasmar con libertad creativa tanto trabajos personales como encargos.

Su cálida y cuidadosa familia detectó el talento y disciplina artística, así que lo llevaron a clases de dibujo con un profesor de su barrio que según nos cuenta: «Era un muchacho sordo, muy joven. Leía los labios y hablaba, aunque al principio yo no entendía casi nada. Lo recuerdo con mucho cariño y aún conservo algunos de sus trucos como parte de mi manera de trabajar. Ya de adolescente, en Morelia, me acerqué a la Casa de la Cultura y asistí al taller de Rafa Flores. Después conocí a Mizraim Cárdenas, quien me presentó al maestro Alfredo Zalce. Estuve en su taller una buena temporada, hasta que llegó un momento clave: decidí convertirme en autodidacta».

Su decisión respondió en gran medida a su temperamento rebelde, libre y acelerado: quería vivir a su manera y con sus propias reglas… y sabía que contaba con la voluntad de formarse con lo que tuviera a la mano, recuerda: «En esa época no había internet ni cursos online, así que recurrí a los libros. Fernando Llanos, que estudiaba en “La Esmeralda”, me recomendó varios títulos esenciales: El Arte del color de Johannes Itten, Punto y línea sobre el plano de Kandinsky, y Arte y percepción visual de Rudolf Arnheim, entre otros. Más adelante empecé a recibir becas para estudiar y hacer talleres en Europa. Ese fue mi puente hacia España y otros países en los que he vivido y trabajado desde entonces».

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Desde 2007 radica en Madrid, pero la conexión con Morelia, a pesar del tiempo y la distancia, es fuerte. Nos cuenta que tiene: «Muchas ganas de compartir lo que he aprendido, sobre todo con artistas jóvenes. Sé que probablemente ya se estén explorando estas áreas en la ciudad, pero aún hay espacio para aportar en cuestiones como: acceder a una agencia internacional de representación, presentar un portafolio fuera del país o abrirse camino en el ecosistema de la Web3 y el arte en la blockchain. Compartir mi experiencia en un mercado internacional tanto en la parte de técnica y creativa como en la organización, gestión de proyectos y comunicación profesional, que también forman parte del oficio del artista visual y el ilustrador».

Emigrar a Europa lo obligó a adaptarse y eso tuvo un impacto que dió un giro a su carrera: «Por ejemplo, la cuestión del espacio físico: tuve que trasladar parte de mi proceso creativo al entorno digital, lo que me llevó a profundizar en el uso de software y a repensar la forma en que trabajo. Aunque nunca he dejado de dibujar sobre papel ni de hacer obra física, pasar a la pantalla te obliga a pensar distinto, ya que cambia el formato, la escala, el ritmo visual, y también lo que cuentas y cómo lo cuentas. Es otro idioma, y he tenido que aprender a hablarlo».

Menciona que en México, una de las grandes ventajas que tienen los artistas es que el precio y el acceso a espacios de trabajo más amplios es mucho más accesible. «El alquiler por metro cuadrado es considerablemente más bajo que en países como España, y eso tiene un impacto directo en la producción: se puede trabajar con formatos más grandes, almacenar obra, e incluso transportar materiales sin que se vuelva inviable económicamente. Además, si un artista o ilustrador logra tener un mercado internacional —y puede cobrar en libras, euros o dólares—, el tipo de cambio juega a favor. Esa combinación puede traducirse en una mejor calidad de vida, especialmente ahora que las plataformas digitales permiten trabajar desde cualquier parte del mundo y conectar con clientes globales».

Algunos de sus logros destacados han sido participar en Ilustrísima, Museo ACB, en dos ocasiones lo cual lo posicionó como dibujante en Madrid y le abrió puertas en el mundo editorial. También realizó un encargo para la Wellcome Collection, una institución de referencia en Europa tanto a nivel físico como digital. En el 2022, diseñó una gran estructura visual donde se alojaban el equipo de sonido y los ingenieros. Encargada por Amazon Prime, se ubicó frente al escenario principal del festival Mad Cool y fue visto por más de sesenta mil personas por día mientras tocaban bandas como Muse o Incubus.

Eduardo Rubio Rincón es un creador versatil que no se limita a un estilo o soporte. «Como creador de NFTs, me aventuré en el emocionante mundo de la Web 3 para abrazar la tecnología blockchain y su potencial revolucionario en el arte digital, así surgió la Colección de NFTs "Punkfrens Noir". La colección fue un éxito inesperado: apareció en la homepage de Zora antes de estar completa, algo difícil para cualquier artista nuevo en esa comunidad. Me demostró que el arte es un organismo vivo, capaz de mutar y adaptarse a nuevos entornos».

Siendo parte de la primera generación de artistas que está en contacto con la IA generativa, reconoce que su proceso de asimilación pasó primero por cierto temor: «Pensé que, de un día para otro, mi oficio podía volverse obsoleto y que tendría que replantearme seriamente mi futuro. Pero antes de tirarme por un puente, decidí aprender todo lo posible sobre cómo funcionaba, cómo se entrenaba y cómo podía utilizarla a mi favor, al menos como herramienta».

«Empecé a experimentar con curiosidad, sin expectativas, y terminé sorprendiéndome. Pasé de generar imágenes sueltas a explorar variaciones de color, composición, referencias estéticas… y, sobre todo, descubrí su potencial para optimizar procesos. Hoy en día, la IA se ha vuelto una herramienta fundamental para mí pero es importante aclararlo: mis ilustraciones, mis animaciones, y mi trabajo en general lo hago yo, a mano. La IA no sustituye mi proceso creativo, lo acompaña. No delego en ella lo que considero el corazón del trabajo: la ejecución y la decisión artística».

Melómano de cepa, no sólo acompaña sus trazos con música al crear: también crea para complementar algunas de sus obras. Algunos morelianos de nuestra generación recordarán a “La Parca”, una buena banda que formó con Omar Landa, Fermín Revuelta y otros músicos.

Guardo con gran afecto recuerdos de muchas noches observando cómo pintaba y dibujaba, hojeando sus libros de arte y escuchando siempre buena música. Seguramente esa influencia determinó en gran medida mi gusto por la curaduría y la crítica de arte visual. Culto, buen cocinero, buen lector y buen amigo, Eduardo Rubio Rincón tiene todavía mucho que dar. Ojalá que una parte de ese proceso ocurra en Michoacán, donde tiene a mucha gente que lo aprecia y admira.

Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com