Víctor E. Rodríguez Méndez, colaborador La Voz de Michoacán Nació en Las Guacamayas, municipio de Lázaro Cárdenas, hace 59 años, y ser cardenense es su sello de identidad que ha ido asumiendo y configurando al mismo tiempo. Ser costeño, dice, es un extra. Inmerso en esas latitudes desde pequeño, recuerda gratamente a su bisabuela Gregoria Ayala Alfaro y a su abuela materna María de Jesús Maciel Ortiz, quienes forjadas en la tradición oral le aconsejaban y le contaban historias. Ellas, a través de la oralidad, le llevaron de la medicina a la historia del pueblo y de la región, entre otros muchos relatos de vida. Ahí estuvo la semilla de la literatura, dice el escritor y promotor cultural Jesús Baldovinos Romero. Foto: Víctor Ramírez Es también cofundador del Museo Comunitario de Arqueología e Historia de Lázaro Cárdenas (LZ), del que es coordinador del programa “Raíces: historia, identidad y arraigo”, y es fundador de Sueño Colectivo, del Encuentro Literario Pacífico Lázaro Cárdenas y del Encuentro Infantil de la Costa Michoacana. También coordina el Laboratorio de Lectura y Escritura Los Murmullos y actualmente labora para la Casa de Cultura y Museo Comunitario de la ciudad portuaria. Hace unos días, la Fiesta del Libro y la Rosa en Michoacán en su edición 2025 le entregó un reconocimiento por su labor de tres décadas como promotor cultural y en el fomento a la lectura. Entrevistado en ese marco de libros y letras en Morelia, Jesús Baldovinos resalta de la región de Lázaro Cárdenas su carácter pluricultural al ser siempre un lugar de asentamientos e intercambio. Por ello, añade, los sellos primordiales del cardenense son su calidez y su ser hospitalario, además de que como personas se prestan mucho a los intercambios. Y en esta distinción regional, el calor les aporta la capacidad de adaptación a diferentes circunstancias. “Yo soy de la región y me gusta el calor, pero también disfruto mucho el frío. Como en cualquier lado, hay la división de bandos entre el team calor y el team frío” dice sonriente. Llevado esto al termómetro de las letras, sin embargo, su calidez aún no encuentra el punto idóneo, según el promotor cultural, quien asegura que la literatura cardenense tiene realmente muy poco tiempo, no más de 35 años. “Como característica, ahora existe el fenómeno de escribir buscando la identidad, buscando quiénes somos, y creo que eso permea no solamente en la crónica, que es donde más se puede manifestar, sino también en la narrativa y la poesía. Hay esa búsqueda de encontrar los signos que puedan determinar qué es ser cardenense”. La memoria del tiempo en LC Foto: Víctor Ramírez Jesús Baldovinos reconoce que es en el género de la crónica donde él hace una revisión de lo que le ha tocado vivir: una época marcada por la transición de pasar de ser un pueblo a una ciudad industrial. “Yo estaba acostumbrado a caminar en las calles de tierra y de pronto me las cambiaron por unas calles de pavimento y chapopote en las que ya no podía caminar descalzo. Ese cambio me marcó bastante y en las crónicas trato de retratar esa lluvia de cambios”. En sus primeros años, Kalimán, Lágrimas y Risas, Memín Pinguín, Águila Solitaria, Chanoc, Arandú: el príncipe de la selva y Andanzas de Aniceto, entre otras historietas, configuraron su memoria infantil, a la vez que también leía Clásicos Ilustrados Infantiles y Juveniles, entre los que recuerda un título: “La lámpara japonesa”, ejemplar que incluso de adulto buscó y encontró para “regresar a la semilla”. Por tanto, la tradición oral y las historietas fueron determinantes en su vida, reconoce, al grado de que hoy día en sus talleres y con sus alumnos acuña una premisa básica: “Escuchando también leemos”. En ese contexto, la historia de LC a través de la literatura apenas se vislumbra, asegura quien ha sido profesor de nivel Medio Superior por más de treinta años. “Nos hace falta mucho, creo que es una región que ha quedado descobijada en gran parte por los historiadores y los escritores, y se entiende, porque los centros de fuentes de historia y ciudades históricas tienen más de cuatrocientos años, como Morelia, mientras que en LC tenemos menos de 100 años como municipio”. Y agrega: “Los escritores cardenenses estamos en un proceso de resignificación, de descubrimiento y redescubrimiento, de escribir para dejar un legado de información para que después los historiadores u otros escritores reconfiguren lo que está pasando en este momento”. En este sentido, a la fecha Jesús ha sido antologador de dos volúmenes del libro De barro y sal, de varios escritores y escritoras de aquella ciudad. Por más de treinta años, Jesús Baldovinos se ha convertido en un baluarte de la promoción cultural desde LC, donde ha fundado suplementos culturales, revistas y programas radiofónicos culturales, además de coordinar actividades literarias y del Programa Encuentro Comunitario de la Casa de la Cultura “José Vasconcelos”, que lleva talleres a zonas donde no cuentan con centros culturales o actividades de este tipo. Foto: Víctor Ramírez Por esto y más, la Fiesta del Libro y la Rosa en Michoacán 2025 le otorgó un reconocimiento especial. Señala al respecto: “Son 30 años de trabajo en los que mi gusto por la literatura no ha sido solamente la escritura; de hecho, soy el fundador del primer taller literario en LC. Siempre he afirmado que para poder escribir hay que leer mucho, y para poder hacer muchas cosas más, para pensar y restructurar el pensamiento hay que leer mucho, y creo que ese fue el punto de partida de mi interés por el fomento a la lectura”. Detrás de esta condecoración hay mucho camino recorrido para el también integrante de la Academia Internacional de Poesía Michoacán. Bajo su batuta ha llevado talleres de fomento lector, de escritura y de otras disciplinas a lo largo de la costa michoacana. Recuerda especialmente el programa en 2012 llamado Caracolees, dirigido a niñas y niños de primaria y secundaria en Pichilinguillo. Y no sólo en el municipio y en la costa, también ha ido a otros lugares a compartir esas dinámicas y conocimiento. “Tenemos todo un acervo para implementar”, señala. “Lecturas tan fáciles, eso digo yo, como el capítulo 5 de El Principito, el cual puedes retomar para hablar de cómo cuidar el ambiente, pero lo más importante: cómo cuidarse a uno mismo, y tú les das esas herramientas a los chicos o a las chicas y es como abrir un panorama diferente”. El trabajo de andar por comunidades ha implicado tanto confrontarse como aliarse con muchas personas, según dice. “Pero es un trabajo que se va concretando y se va haciendo sólido gracias a la participación de la población. En El Habillal, por ejemplo, nos pasaban cosas muy curiosas y agradables, porque los mismos niños no pedían más actividades y creo que eso es bastante ganancia”. Además de fundar talleres literarios, artísticos y de identidad, Jesús también se ha dado tiempo de impulsar las editoriales La Nopalera, B Ediciones y Apoyo Editorial BJ. Respecto a la presunta crisis de lectores en el público infantil y juvenil, cree que el asunto está en que “ya no leen lo que nosotros leemos”; es decir, sí se lee actualmente, “pero no de la misma manera en que nosotros llegamos a leer”. Apunta: “Por ejemplo, los cómics ya no se leen de la misma manera, de hecho, ya no existen cómics ni revistas, tampoco periódicos, no como cuando nosotros estábamos niños, por lo que ahora los niños y jóvenes leen de otra manera”. “El tema es difícil”, reflexiona. “Es un fenómeno complejo porque tiene que ver no solamente con la educación, tiene que ver también con foros como éstos, con la industria del libro y tiene mucho que ver también la cuestión familiar. Creo que todos tenemos que ver con el gusto por la lectura, por lo que me atrevo a decir que sí se lee, se lee de otra manera, y podríamos buscar la manera de que fuera diferente la lectura”. —¿Eres optimista o pesimista en torno al futuro del libro y del fomento de la lectura? —Quiero pensar que, como en todas las generaciones, hay ciclos y que, si bien hay un cierto ciclo de bajada, por no decir decadente, tiene que haber un momento de emergencia, de que surja algo que mueva a los maestros, a los padres de familia, que nos mueva como sociedad, incluso hasta a las mismas instituciones y los mismos gobiernos, buscar estrategias como en algún momento se implementaron. Pienso que este cambio puede llegar, pero necesitamos empezar a promoverlo desde ahora y creo que lo estamos logrando. Al menos con lo que hemos hecho nosotros estamos logrando parcialmente este objetivo. El sueño colectivo sigue Foto: Víctor Ramírez Sueño Colectivo es un proyecto de Jesús Baldovinos desde hace 26 años. Al pedirle un recuento de tal experiencia, señala que a veces ha sido un sueño imposible y otras de colectivo no ha tenido nada, porque en algunos momentos él ha estado solo, aun cuando ha habido ocasiones en las que sí ha sido bastante extensivo, según señala. “Hemos trabajado como todos los grupos, nos unen intereses comunes, pero también tenemos otros intereses y eso mismo hace que el grupo baje en cantidad, pero no en objetivos ni en acciones. Hay ocasiones en que no salimos al campo, pero hacemos diseños de publicaciones, flyers para lectura y demás. Y hay ocasiones en que salimos a comunidades y cambia el panorama porque es trabajar directamente con los niños, con los adolescentes, incluso con personas de la tercera edad”. Autor de varios libros de cuento, poesía, crónica e historia, entre los que se encuentran Tendedero de adioses, De borregos, lobos y otros insomnios, La fiesta del agua. El Día de la Santa Cruz en San Ángel, Guerrero, La vida es una papita frita y otros poemas, Una lucha diaria. La lucha libre en Lázaro Cárdenas y Buscando un campeón. Escuela Municipal de Box, Jesús Baldovinos se mira a sí mismo en primera instancia como “un loco y un masoquista”, nos dice en medio de una carcajada. “El fulano al que veo tiene doble cara. Hay una parte muy chida de él que tiene que ver con el trabajo de fomento y promotoría de la literatura, pero la otra parte no tan agradable es la exigencia, lo que de pronto se convierte en algo pesado para los otros. Hay ocasiones en que yo he puesto primero el objetivo y eso es lo que se tendría que hacer, y les digo que se apeguen a ese objetivo que es el fomento de la lectura, por ejemplo, no llevarnos una despensa a nuestra casa. Esa exigencia hace que tenga algunos choques con personas que sólo quieren llevarse una despensa a su casa”. Concluye con la descripción de su yo del otro lado del espejo: “Yo digo que es un tipo agradable al final de cuentas. Es muy activo. Alguien decía que es incansable, pero sí me canso; sólo que no dejo que me pongan fronteras. Con recurso o sin recurso llevo a cabo lo que hay que hacer”. Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.