"Querido negro no estadounidense, cuando decides venir a Estados Unidos, te conviertes en negro. Deja de discutir. Deja de decir que soy jamaicano o ghanés. A Estados Unidos no le importa." Chimamanda Ngozi Adichie, “Americanah”. No hay nada como terminar un buen libro y querer contárselo a alguien de inmediato. Eso me pasó con Americanah de Chimamanda Ngozi Adichie, una novela que llegó a mí a través de la Tribu de letras, el círculo de lectura que me acompaña en varios descubrimientos literarios, y que, como siempre, me hizo ver cosas nuevas con cada página. Americanah es una novela poderosa, inteligente y, sobre todo, humana. Nos lleva de Lagos a Filadelfia, de Londres a la nostalgia, del amor juvenil a las heridas adultas. Y aunque la historia comienza con el romance entre Ifemelu y Obinze, pronto queda claro que esta no es una simple historia de amor, sino una exploración profunda sobre la identidad, la raza, la migración. La historia comienza en Lagos, Nigeria, con Ifemelu y Obinze, dos adolescentes que se enamoran en un país donde los sueños se sienten lejanos. En busca de oportunidades, Ifemelu emigra a Estados Unidos, mientras Obinze toma otro camino, a través de Londres. Ambos enfrentan procesos migratorios muy distintos, pero igual de duros, y el reencuentro entre ellos, muchos años después, será también un reencuentro con lo que fueron y con lo que han dejado atrás. Lo más valioso para mí de esta novela no es solo su retrato de la vida como inmigrante, sino la forma en que Adichie nos habla de la identidad con una honestidad brutal. Ifemelu, desde su llegada a Estados Unidos, se enfrenta a preguntas que nunca antes había tenido que hacerse: ¿qué significa ser negra en un país que insiste en categorizar todo? ¿Qué se pierde al tratar de encajar? ¿Qué se gana al resistir? Uno de los recursos narrativos más interesantes es el blog de Ifemelu, donde reflexiona con ironía y lucidez sobre las experiencias de los negros no estadounidenses en Estados Unidos. Algunas de esas entradas son verdaderos puñetazos de realidad. Una de mis favoritas: “Queridos negros no estadounidenses, cuando tomáis la decisión de venir a Estados Unidos, os convertís en negros. Basta ya de discusiones... Ahora estáis en Estados Unidos”. El blog no solo le da voz, también le da libertad. Es ahí donde Ifemelu se permite cuestionar, burlarse, sanar. Es un espacio de búsqueda individual que acaba convirtiéndose en espejo colectivo. Una de las cosas que más me sorprendió fue cómo la novela logra que temas grandes como la raza, el clasismo o el colonialismo se entretejan con aspectos tan cotidianos y aparentemente “menores” como el cuidado del cabello. Y ahí fue donde Americanah me tocó de forma muy personal. Sé que las columnas no suelen ir acompañadas de fotografías, así que probablemente no lo sepan, pero tengo el cabello rizado. De esos rizos rebeldes y abundantes que mis hijas también heredaron. Y, como muchas mujeres, he pasado por momentos en los que creí que lo correcto, lo bonito o lo “profesional”, era esconderlos, alisarlos, domarlos. “Tengo que quitarme las trenzas y alisarme el pelo para las entrevistas. Kemi me dijo que no fuera con trenzas a las entrevistas. Si llevas trenzas, te consideran poco profesional”. Es increíble cómo algo tan íntimo y natural como el cabello se convierte en un campo de batalla, un símbolo de adaptación, una declaración política, incluso un motivo de discriminación. Ifemelu pasa por todas esas etapas, entre trenzas, permanentes y transiciones capilares, como quien busca respuestas en su propio reflejo. De entre los personajes, uno de mis favoritos fue la tía Uju, médica en Nigeria que se muda a Estados Unidos con su hijo y que, en el proceso, pierde más de lo que imaginaba. Ella, más que ningún otro personaje, refleja cómo migrar no es solo cambiar de lugar, sino cambiar de idioma emocional, de referentes, de carácter. A veces con dignidad, otras veces con mucho dolor. También me declaro fan de Kosi, la mamá de Obinze. ¡Qué personaje! Elegante, fuerte, firme sin ser dura, me pareció una figura femenina admirable. No aparece tanto como otros personajes, pero cada vez que lo hace, deja huella. Fue, en muchos sentidos, una guía silenciosa para Ifemelu, una especie de faro que no necesitaba imponerse para marcar dirección. Me encantó cómo Adichie construyó en ella una autoridad natural, sin que fuera antagonista ni maternal en exceso. Una mujer con voz propia y con la capacidad de ver más allá de lo inmediato. En conjunto, Americanah es una novela rica en matices, que combina una historia de amor con una crítica social afilada, y que además se atreve a explorar lo que significa reinventarse en un mundo que constantemente impone etiquetas. Leerla me hizo pensar en mis propias raíces, en cómo nos adaptamos, resistimos, y buscamos nuestro lugar sin perder de vista lo que somos. Y si algo me queda claro es que Adichie no solo escribió una novela sobre la migración o el amor: escribió una historia sobre lo que cuesta ser uno mismo cuando todo a tu alrededor insiste en que seas otra persona. DATITOS DEL LIBRO Autora: Chimamanda Ngozi Adichie Editorial: Penguin Random House 624 páginas Año 2014 Sobre Yazmin Espinoza Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias. Instagram: @historiasparamama