BARAKA Y EL GIRO

Gustavo OgarrioEn 2009, el periodista y musico de jazz Amiri Baraka coloca en perspectiva histórica su militancia política y musical ante la emergencia de una “nueva ola” de la música no hegemónica en Estados Unidos, similar a la de los años sesenta del siglo XX; otra fractura en la cultura de masas norteamericana provocada por …

Gustavo Ogarrio

En 2009, el periodista y musico de jazz Amiri Baraka coloca en perspectiva histórica su militancia política y musical ante la emergencia de una “nueva ola” de la música no hegemónica en Estados Unidos, similar a la de los años sesenta del siglo XX; otra fractura en la cultura de masas norteamericana provocada por la música afroamericana. Dice Baraka: “A pesar de la matriz cultural reaccionaria que ocultó gran parte de esta música durante los años de Reagan y Bush, y que produjo la hegemonía del retraso cultural y artístico del jazz fusión y de <Kenny Elevator> (aquí Baraka se refiere mordazmente a Kenny G, saxofonista que para él degradó el jazz a música de elevador), del rock superficial y del rap más vacío –y que hizo que muchas veces, incluso en Nueva York, pasáramos semanas enteras sin ver a ninguno de los nuevos– hay en estos días algunos de los signos de que otra nueva ola viene en camino”. Lo que venía también en camino era el giro tecnológico que iba de la reproducción mecánica de la música a su reproducción digital.

El signo bajo el cual Baraka escribe sus trabajos periodísticos proviene necesariamente de su experiencia como músico y periodista, de una idea comunitaria de la música afroamericana, de articular sus propias raíces musicales, es decir, el uso del jazz, del blues (primera música afroamericana) y del bebop (“nuevo énfasis en la tradición no occidental”), raíces y recomienzo silenciados por los violentos procesos de imposición de lo moderno y de la “cultura media norteamericana”, con técnicas e ideas que llevaron esa emoción propia a un modo artístico y político en su manejo y expresión; un modo absolutamente vivo de las raíces afroamericanas en su antagonismo con la rigidez de la música moderna.

PUBLICIDAD