SILVIO ASTIER

Gustavo Ogarrio Silvio Astier, protagonista de la novela “El juguete rabioso”, de Roberto Arlt, inicia la trayectoria de su yo narrativo con una confesión de lector: a los catorce años se inició en los “deleites de la literatura bandoleresca”. La narrativa de Arlt fue durante mucho tiempo despreciada por una tendencia crítica que observaba, por …

Gustavo Ogarrio

Silvio Astier, protagonista de la novela “El juguete rabioso”, de Roberto Arlt, inicia la trayectoria de su yo narrativo con una confesión de lector: a los catorce años se inició en los “deleites de la literatura bandoleresca”. La narrativa de Arlt fue durante mucho tiempo despreciada por una tendencia crítica que observaba, por encima de su compleja composición, sus “errores” de sintaxis y ortografía.

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En las novelas de Arlt, lo popular es registrado mediante los usos y efectos de la violencia urbana, hace referencia a un Buenos Aires que experimenta, en las primeras décadas del siglo XX, una renovación de las ilusiones modernizadoras que guían la trama dominante de lo urbano. La escritura de Arlt convoca a seres marginados de toda aspiración de armonía social para que narren la formación de un espacio urbano en el que se condensan las representaciones traumáticas más visibles de la cultura popular argentina: el lenguaje callejero y del hampa –el lunfardo– con su incansable efecto de alteración lingüística y cultural, el robo, el asesinato, la pobreza, la imaginación delirante, la inestabilidad de la conformación sociocultural de la ciudad, la prostitución, la locura, el desempleo y un deseo extraviado de transformación social.

La matriz romántica de la escritura de Arlt se manifiesta en esa sensibilidad extrema que marca sus novelas. Una actitud de ruptura cuyas marcas están inscritas en la definición de sus personajes, seres siempre marginales. El sueño romántico que dicta como necesaria la transformación absoluta de la sociedad y que se expresa en formas extremas de la frustración, como el asesinato, la traición, la delación y el aniquilamiento. En palabras de Silvio Astier: “Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular corregidores libidinosos; enderezaría entuertos, protegería a las viudas y me amarían singulares doncellas”.

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