Pocas instituciones han marcado el rumbo del mundo occidental de manera tan importante como la iglesia católica. Su historia camina a la par de una buena parte de la civilización El cristianismo primitivo fue la profesión que enfrentó a la potencia económica, política y militar más grande del mundo, el Imperio Romano, que lo persiguió a la muerte de Jesucristo y que sobrevivió a esa cacería justamente por convertirse en un ente político, con capacidad de organizarse y establecer medios para multiplicarse. El liderazgo de esa incipiente horda de individuos que profesaban fielmente su credo, lo ocupa el sucesor del apóstol Pedro, quien habría sido designado la cabeza de la Iglesia en los términos de la lectura sagrada del cristianismo. Ese liderazgo heredado para conducir a la Iglesia Católica se convirtió en una posición política central en la historia de la humanidad por más de veinte siglos. No es sólo el objetivo teológico para difundir su credo, ampliar el rebaño y actuar en nombre de una creencia y sus dogmas, también encierra un profundo sentido político. Se requiere poder para protegerse de las embestidas de los imperios, las conquistas, guerras. También tiene como consecuencia el manejo de recursos inconmensurables y la influencia política que sigue teniendo la Iglesia Católica. En la medida que fue creciendo su evangelio, se complejizó la organización administrativa, para atender a sus fieles y desarrollar sistemas de divulgación y práctica religiosa. Creció la burocracia para atender a una membresía en incremento y eso le dio al líder poder e influencia. La legalización del cristianismo por el emperador Constantino, extendió su presencia en todo el mundo hasta convertirse en la religión oficial del imperio más grande de ese momento. La consecuencia inmediata fue el fortalecimiento político del líder religioso que se convierte en poderoso político a nivel mundial por las ramificaciones que se establecieron como consecuencia de la evangelización, con el incremento de los seminarios, monasterios, universidades e iglesias. El términos teológicos el líder político es infalible. Es decir, no le está permitido transformar diametralmente la esencia de la creencia, sus dogmas. Por momentos ha evolucionado su ritualidad y simbolismo pero solamente como una forma de adaptación necesaria de la Iglesia a los cambios en el mundo. Difícilmente habrá variantes profundas en la constitución física de la religión. Sin embargo, la Iglesia Católica sigue teniendo una gran influencia en el desarrollo cultural de nuestros días. Es parte de la noción civilizatoria del orden y cuenta con recursos económicos, políticos, patrimoniales que vuelven muy relevante la elección de su líder político. En su momento fue una gran noticia la llegada de Francisco I como cabeza de la Iglesia. Su origen latinoamericano nos llenó de entusiasmo y se vio como reconocimiento a esta región del mundo evangelizada bajo la cruz y la espada de la iglesia. Muy probablemente seamos el continente donde más fieles tenga el cristianismo. Las colonias españolas y portuguesas dieron una fuerza política y económica a las monarquías a través de la evangelización. La unción de un Papa latinoamericano fue un revulsivo para nuestro continente. Difícilmente se elegirá en esta ocasión a un cardenal de América Latina. Fue electo en ese momento un Jesuita, quienes se caracterizan por ser humanistas, vinculados a las causas progresistas y educativas. Los Jesuitas en general han sostenido posiciones más liberales o, para decirlo diferente, menos conservadoras. Se ve difícil que llegue nuevamente un jesuita como sucesor de San Pedro. Si algo caracterizó al Cardenal de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio antes de ser electo como Papa, fue su humildad, sencillez, que contrastaba con la fastuosidad que viven las figuras relevantes de la Iglesia Católica, sus lujos y en no pocas ocasiones los excesos que los distanciaron de su feligresía. El Papa Francisco llegó a escandalizar a los sectores más conservadores por su identidad con las causas de los mas desfavorecidos, los pobres y marginados, que le dieron un sello muy característico a su pontificado. Veremos si el Cónclave Vaticano, donde se elegirá a la nueva cabeza de la iglesia, tendrá posturas progresistas y liberales. Particularmente interesante resultó la postura del Papa Francisco en materia migratoria, llamando la atención a los países para no endurecer sus políticas y aceptar las olas migratorias como actos humanitarios que deben distinguir a los líderes mundiales. No se ve claro que llegue un sacerdote con las mismas posiciones políticas. ¿Qué tipo de Papa se necesita para impulsar el desarrollo de la iglesia? Más allá de la admiración y el legado del Papa Francisco, queda la duda sobre varios temas que no tiene resuelta la Iglesia Católica y que definirán su rumbo en el futuro inmediato en un mundo cambiante, inmediatista, violento y con grandes desafíos en materia política y económica. La Iglesia Católica ha perdido de manera significativa su presencia evangélica y cultural en la mayoría de los países del mundo incluyendo México. Se ha visto mermada su membresía significativamente. Sigue pendiente un combate abierto a la pederastia que se comete en nombre de la Iglesia y que no ha sido severamente castigada para recuperar la credibilidad perdida por los abusos sexuales de sacerdotes. Tampoco está definido un sistema transparente de manejo de los recursos desde El Vaticano hasta algunas regiones del mundo donde se cometen excesos. Puede venir una vuelta al conservadurismo, lo que será un duro golpe para el crecimiento de la Iglesia Católica que no pasa por su mejor momento en términos de prestigio social en el mundo. Hace falta que la Iglesia salga a la calle como lo gritó Francisco. El humo blanco se define a través de la conspiración política. Esperemos que sea para bien de la iglesia.