SECRETO A VOCES | La ciencia sin ciencia

La ciencia se convirtió en un modelo hegemónico utilizado por las naciones ricas, coloniales, dicho sea de paso, para sostener hegemonías culturales, políticas, tecnológicas y sobre todo educativas

La ciencia se convirtió en un modelo hegemónico utilizado por las naciones ricas, coloniales, dicho sea de paso, para sostener hegemonías culturales, políticas, tecnológicas y sobre todo educativas. De tal manera que la ciencia estuvo vinculada a la hegemonía colonial y sirvió y ha servido a esa labor de dominación. Con el dominio de la ciencia creada por las naciones ricas la ciencia mostró, aquella ciencia, que en realidad se trataba de un dispositivo de poder como otros que las naciones imperiales utilizan para dominar como las armas, las fronteras, la producción de máquinas, las finanzas, ahora las redes, los celulares, los viajes espaciales, por mencionar algunos. Esto se puede apreciar en la manera en que se produce ciencia en la actualidad y se ha producido durante los últimos 200 años.

La aspiración de los científicos clásicos de encontrar en la invención científica una explicación certera acerca de la realidad utilizando para ello métodos distintos a los que ofrecía la filosofía medieval terminó por diluirse. La ciencia se posicionó como un motor de la acumulación de capital y de la empresa de la sociedad industrial. A su favor, el capital y la empresa capitalista, tuvo el hecho de que los primeros científicos, sobre todo los del siglo XVII, XVIII y la primera mitad del siglo XIX, que fueron pioneros en el tema, pertenecían segmentos de la población que poseía recursos suficientes como para ser considerados como poseedores de un respaldo de fortunas económicas. Y su interés científico en cierta medida respondía a los intereses de las familias a las que pertenecían.

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Muy pronto la ciencia empresarial de tipo colonial negó a otras sociedades algún tipo de saber calificando sus saberes de superchería. La lucha por la independencia y la creación de estados independientes no logró superar la dominación cultural y en ese ámbito la ciencia de los nuevos Estados siguió siendo la ciencia que había llegado con los imperios. En parte esto ocurrió así debido a que quienes encabezaron las luchas de independencia y lograron la creación de nuevos Estados fueron segmentos de la clase dominante que ya no quería seguir siendo gobernada desde el exterior, pero que no estaba interesada en romper de manera radical con la metrópoli. A pesara de todo, las revoluciones de independencia lograron sembrar la semilla de un conocimiento social anti imperial que ha prevalecido como parte del saber popular.

En la actualidad la ciencia que se producen en las naciones ricas es la ciencia hegemónica de corte imperial. Se produce en universidades, centros de producción tecnológica como el Silicón Valley apoyados por el ejército y el Estado, a través de centros privados y en las empresas multinacionales. Las universidades de las naciones ricas imponen el ritmo a la investigación, así como su orientación porque controlan los medios a través de los cuales se distribuye o difunde el conocimiento, como son las revistas científicas, la edición de libros o bien otro tipo como los eventos ya sean foros y conferencias. Allá se establecen las normas que regulan su publicación. respaldado en las inversiones que las multinacionales hacen en la educación superior. Obviamente, quienes financien la ciencia son los que determinan sus contenidos en donde el idioma es un factor central.

Las universidades de las naciones menos desarrolladas carecen de un proyecto educativo a nivel universitario o de Estado independiente de la cultura científica mundial que hemos descrito. Por diferentes vías los científicos están supeditados a lo que se produce en las naciones ricas. Lo más delicado es la manera en que se concibe la labor docente en las universidades como si se tratara de un trabajo como cualquier otro en donde escalar posiciones hacia los niveles que otorgan la categoría de investigadores parece el sueño y el fin de todo. Lo cierto es que los docentes son educados bajo los parámetros de la cultura científica de occidente en donde se ha eliminado el meollo de la ciencia que es crear nuevos saberes con sentido social.

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En la época reciente la labor educativa de las universidades se ha alejado más y más del principio de la ciencia que es la producción de nuevos saberes técnico/sociales, reducida a la producción de profesionistas. Este ha repercutido en el aula, en donde a los estudiantes la opción de las carreras científicas aparece como poco atractivas porque lo que prevalece es el interés por titularse de inmediato y conseguir un empleo, Lo importante es titularse y a veces los medios tienen poca o nula relevancia ante la urgencia de titularse. El esfuerzo por aprender a crear conocimiento nuevo aparece como un obstáculo que se intenta y se logra hacer a un lado. El conocimiento científico de carácter social es poco a poco desplazado de la agenda personal de los estudiantes.

En tanto que en los laboratorios de las empresas multinacionales se produce tecnología capaz de solventar problemas como la pandemia que vivimos en 2020, en el aula de las universidades de las naciones menos evolucionadas los estudiantes son orientados en un tipo de técnicas para la investigación creadas bajo la idea de que graduarse es la prioridad, lejos de los grandes problemas que vive la nación, el continente o el mundo. En tanto las guerras ponen a la humanidad en riesgo de desaparecer nuestros estudiantes están ocupaos en temas cuyo valor no alcanza el parámetro de tema de relevancia social. Las guías de investigación a modo de recetas para la investigación se ajustan perfectamente a un tipo de investigación cuyo resultado en general puede calificarse de distópica, lo contrario de la aspiración de la ciencia clásica.

La ciencia de nuestros días que se imparte en nuestras naciones y universidades es una ciencia rebajada a una no ciencia, sin impacto ni interés por crear conocimiento que sirva de herramienta para enfrentar el mundo actual y que vive una gran transición epocal.