Cuando pensamos en alimento, lo primero que imaginamos son frutas, verduras, proteínas o calorías. Pero también nos alimentamos a través de todo lo que entra por nuestros sentidos: lo que vemos, escuchamos, sentimos y con quién compartimos el día. Lo que decides ver y escuchar también te nutre Ver contenido violento aumenta las hormonas del estrés, puede provocar ansiedad y fomentar conductas agresivas. Escuchar chismes o críticas constantes contamina tu mente y tu visión de la vida. No engancharte con este tipo de conversaciones mejora tu estado emocional. Rodearte de conversaciones positivas y personas que suman, fortalece tu bienestar y promueve hormonas del placer como la serotonina y la oxitocina. El descanso es alimento para cuerpo y mente Dormir bien permite que el cuerpo se recupere, que el cerebro se organice y que las emociones se equilibren. Tomarte pausas durante el día mejora tu concentración, tu ánimo y te ayuda a mantenerte presente y en sintonía contigo mismo. Una práctica espiritual también nutre Conectarte contigo, con la naturaleza o con algo más grande que tú —ya sea a través de la meditación, el agradecimiento o la respiración consciente— es una forma profunda de alimentarte. Esta conexión te ayuda a bajar el ritmo, a tener claridad y a vivir con más paz y propósito. Los pensamientos también son alimento: observarlos y dirigirlos con amabilidad transforman tu forma de ver la vida. Las relaciones personales son clave Estar en ambientes donde te sientes aceptado, respetado y escuchado fortalece tu salud emocional. Elegir vínculos que te nutran —y no que te desgasten— es parte esencial de cuidarte. Puedes comer bien, tomar suplementos y hacer ejercicio… pero si no cuidas tus pensamientos, emociones y las relaciones que construyes cada día, puede que no estés realmente sano. Alimentarse es mucho más que lo que va al plato. América Fernández. Coach de salud integral y recuperación de la dependencia a la comida. www.americafernandez.com soy@americafernandez.com